martes, 23 de agosto de 2011

Panoramas

El Ogro, La Guerrera y El Caballero

Hola!!!! Bien, sólo quería advertirles que este fragmento de la historia va a ser hablado simúltaneamente por Smith y por Luka, son los pensamientos de ambos en el capítulo 26 Las tierras del este. Así veremos qué es lo que pasa por su cabeza mientras realizan ese viaje.
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Panoramas

Smith
Anderson estaba viva, se veía gravemente herida, no importaba cuanto lo intentara disimular, a mí no podía engañarme, pero estaba viva. Sabía que estaba sufriendo, quería ayudarla, me moría por hacerlo, pero sólo pensar en tocarle y recordarle ese momento, me lo impedía. Prefería verla sufrir físicamente antes que abrir de nuevo esa herida.

Los caballeros la buscaban. La cabeza de Anderson era su más grande trofeo, no podía creer que Anderson se hiciera de tal fama en ese reino. Al mismo tiempo que le temían, la deseaban. Ella era fuerte, invencible, pero en este estado ella no podía defenderse como siempre. Tenía demasiados puntos débiles, no podía cubrirlos todos, aún estaba sorprendido que hubiera podido derribarme estando ella en esa condición, sin duda se merecía ese apodo: Imparable Anderson, le quedaba a la perfección, ella no se detenía ni por nada ni por nadie con tal de lograr su objetivo. Los caballeros sólo querían su muerte, pero ellos… ¿Quiénes eran ellos? No podía negar que se veían preocupados por Anderson, desesperados por ayudarla, aunque tampoco les dejaría acercarse. Nadie la tocaba y esos sucios traidores no tenían siquiera el derecho de mirarla. Recordé a ese caballero, el moreno de ojos verdes. Cuando se acercó a ella fue muy sutil. Posó su mano sobre su mejilla con una delicadeza que no creí capaz, por eso me detuve de atacarle. Era la primera vez que alguien miraba así a Anderson, la veía con cariño y en cada movimiento tenía cuidado. No fui capaz de alzar mi espada en su contra en ese momento, pero seguía siendo un caballero, no era diferente de su amiguito colérico. Cómo ansiaba cortarle en dos, lástima que Anderson me lo impidiera.

Me sentía expuesto sin mi armadura, agradecía a Anderson por cederme la espada que robó del campamento de los caballeros, ella prefirió quedarse con el arco y las flechas. En el camino le conté a Anderson cómo fue que terminamos en las cercanías de las tierras del este y cómo fue que sólo yo fui capturado.

Éramos una tropa de cinco, yo iba al frente mientras que los demás cuidaban la retaguardia. Nos detuvimos cuando Estefano, el novato del grupo, notó un extraño resplandor a la distancia. Reconocí ese resplandor de inmediato, pertenecía a una armadura. Todos nos pusimos alerta. Por los momentos estábamos en terrenos neutrales, se suponía que por aquí andaba Anderson en busca de campamentos de caballeros. Usé una de las tantas estrategias de Anderson. Al ser su mano derecha se me hizo costumbre memorizar, con todo detalle, sus estrategias. Nos ensombrecimos al ver la armadura. No podía ser de ella, la armadura estaba totalmente destrozada y llena de sangre. Me extrañé de no ver su espada o la daga que siempre llevaba consigo, pero ante el dolor de su perdida eso se me hizo insignificante. Desde ese descubrimiento todo fue de mal a peor, no tenía cabeza para esta misión. Anderson lo era todo para mí, ella era mi vida. Su actitud fría y distante, esos ojos inexpresivos, su forma de hablar carente de emoción; es cierto que ella era así, pero debajo de todo eso podías ver su gran deseo de proteger a todos los del reino. Tenías que acercarte lo suficiente para reparar en ello, pero Anderson tenía un corazón muy dulce debajo de esa máscara de guerrera vengadora. Todos la respetábamos, cada una de sus palabras debía de ser tomada en cuenta, ella no hablaba por gusto, decía sólo lo necesario y relevante para las misiones. Anderson era uno de los Generales, quizás el más importante y valioso de todos, a ella no le gustaba que la llamaran así, pero en cada misión la ponían al mando y todos nos sentíamos seguros con ella porque sabíamos que regresaríamos a salvo. Me tomó años para que ella me dejara estar a su lado, serían tres o cuatro cuando por fin me aceptó. Ver su rostro, sentir su presencia era la motivación suficiente para no rendirme, sólo quería estar con ella, no me importaba que me degradara, me humillara ni que me golpeara, estar a su lado era un premio muy satisfactorio. Nunca hablaba de sí, únicamente intercambiábamos palabras del reino, de resto permanecíamos callados. Pude memorizar cada gesto, cada mirada, cada imperceptible movimiento que ella hacía. Hasta ahora yo era el único en reconocer cuando ella estaba herida, aunque dijera lo contrario, sólo yo notaba esos ligeros cambios cuando se ponía alerta o suspiraba de alivio, pero… ¿Qué importaba ya? Ella… estaba muerta. Murió a manos de esos asquerosos traidores. Le dije que no aceptara la misión, era demasiado para ella ¿Por qué no me hizo caso aunque sea sólo por esta vez?

Los caballeros nos encontraron, eran muy numerosos, no había posibilidad de escape a menos… Anderson era la única persona existente capaz de lograr esta hazaña y salir ilesa, yo no podía compararme con ella, pero compartía su deseo de proteger el reino. Sin Anderson mi vida no valía nada. Di la orden, mi equipo me miró con resignación y dolor, en esta ocasión yo me convertiría en el sacrificio. Ellos lograron escapar y yo fui capturado. Había protegido a mi reino, ya nada importaba, sólo la imagen de Anderson inundaba mis pensamientos mientras esperaba a que me llegara la hora.

Como era de esperarse, Anderson me reprendió por mi decisión apresurada, claro que no le conté todo lo que sentí al saber de su perdida, sólo le relaté cómo fue que me capturaron, me dijo que pudimos escondernos, pasar desapercibidos tomando diferentes caminos. Luego de aquello me dijo que, considerando la situación, no tomé una decisión tan inútil. Ese comentario, viniendo de ella, era un gran elogio.

Mientras caminábamos vigilaba a esos caballeros, gracias a Anderson ahora conocía sus nombres. Odiaba a Luka, era un sangre pesada, pero ese Sergio me tenía desconcertado, lo odiaba por ser un caballero, pero esa muestra de cariño hacia Anderson fue tan inusual, además Anderson ya no mostraba esa actitud inexpresiva, podía notarse claramente que estaba decaída, tenía un semblante triste. Me mostré alerta cuando se acercó ese Luka, no me confiaba de él.

—Nos detendremos aquí ¿Estás de acuerdo? —Anderson meditó un poco. Asentí cuando me miró. Anderson no debía esforzarse con esa herida que le causó el ogro, esa era otra razón para odiar a Luka, por no saberse defender, Anderson estaba herida. Relajé la postura cuando se fue.

—Voy a supervisar los alrededores.

—Iré yo —me ofrecí. Negó con la cabeza.

—Escuché unas pisadas extrañas hace un momento, no creo que sea un ogro, pero parece venir para acá, sólo quiero asegurarme de qué es, si se presenta un problema te llamo —no tuve otra que aceptar. —Regreso en media hora —observé por donde se fue. Miré a los caballeros. Mi vista se quedó fija en Sergio ¿Por qué la trató con ese cariño? Sus ojos verdes me miraban con odio y reto. Le sonreí con burla. Apuesto a que quisiera estar con Anderson ahora, no conocía los detalles, pero Anderson no le dirigió la mirada ni intercambió palabras con él desde que emprendimos el viaje. Ese caballero le había hecho algo, no estaba seguro de qué, pero le hizo algo. Aunque haya demostrado un cariño hacia ella, no le daría oportunidad de lastimarla, los caballeros ya hirieron bastante su persona.

Pasó la media hora y Anderson no regresaba, ella siempre era exacta con el tiempo, tenía un reloj en la cabeza, la única manera en que se retrasara era porque algo no había ido conforme los planes. Después de diez minutos no resistí más, debía ir por ella. El crujir de las ramas me paralizó, contuve el aliento hasta que su silueta llenó de aire mis pulmones. Le examiné detenidamente, sus ropas estaban llenas de tierra y arrugadas, su cabello corto estaba desordenado, de él pendían algunas ramitas. Al acercarse se sacudió el sucio que llevaba encima y se arregló el cabello. Seguí mirándola, esperando alguna respuesta sobre el porqué de su estado. Anderson movió una mano al aire. Bien, eso sólo significaba que no había sido importante, pero para estar así debía de haber pasado por alguna complicación, esperaba que su herida no hubiera empeorado. Aparté mi vista al ver que Luka se acercaba ¿El destino quería que lo matara? Con gusto le cortaría el cuello.

— ¿Qué te pasó? —le preguntó a Anderson.

—Fui a supervisar los alrededores, encontré unos rastros de ogros pero no se ven muy claros, pudieron ser de hace unos días o semanas. Cuando regresaba me encontré con un oso, una madre oso para ser exactos. Sólo pude ver a las crías cuando por poco los dejó sin mamá. Logré desviarlos de nuestra ubicación, pero tuve que rodear el camino y pasar, arrastrándome, por unos arbustos secos —Luka se mostró sorprendido. Rodé los ojos, por favor, Anderson podía con tres ogros a la vez si nadie intervenía, un oso no era problema para ella. Luka permaneció unos instantes más, aún recuperándose de la impresión. Agradecí cuando se fue, sólo verlo me hervía la sangre.

Llegó la noche. Armé la tienda de Anderson, dudaba mucho que la usara, normalmente ella se quedaba vigilando hasta que amanecía o alguien la supliera, además ella tenía el sueño muy ligero, cualquier sonido la despertaba. Sólo armé la tienda por si las dudas, era mejor ser precavido. Anderson se alejó sin decir nada, la dejé tranquila. De seguro necesitaba pensar en algo importante.

Luka
Aproveché el instante en que vi a Anderson alejarse de ese Smith, no me extrañaba que Sergio estuviera de malas, viéndolos juntos todo el tiempo hasta yo me pondría furioso, Mary bien lo sabía. Dejé a Sergio sumido en sus pensamiento para dirigirme a donde Anderson. Desde que esos dos se pelearon ambos se veían desolados. Sergio en verdad que no sabía controlar sus emociones, sólo la había regañado por ir a rescatar a ese inútil, no veía que ella estaba necesitándolo. Ni una sola vez desde que dejaron de hablarse, Anderson sonrió, debería de estar feliz por estar con su compañero, pero nada. Se mostraba inexpresiva y distante, era como si su felicidad se hubiera drenado.

Me tomó un tiempo encontrarla, vaya que se había alejado. Estaba parada, sus manos sostenían el collar alrededor de su cuello, su cabeza estaba gacha y mantenía los ojos cerrados. Movió la cabeza de lado a lado, lo que sea que estuviera pensando le causaba dolor y mucho. Miró en mi dirección, su expresión se relajó al verme.

—Te alejaste bastante —comenté, terminando se acortar la distancia.

—No me di cuenta —su voz sonó ronca. No cabía duda, sus pensamientos la estaban torturando. Anderson era mi enemiga, pero vamos ella me salvó la vida y nos protegió de Smith (Sergio me recordó el nombre de ese guerrerucho), cuando quiso atacarnos, además tenía una tregua con ella, por lo menos debía reconciliarla con Sergio.

—Hoy no hablaste con Sergio —cerró los ojos.

—Él no quiere saber nada de mí y está en lo correcto, pero yo… no podía hacerlo de otra forma.

—Debiste de pedir ayuda —se me quedó viendo.

—Roberts no iba a ayudarme, se molestó desde un principio —tuve que darle la razón. Sergio tampoco es que haya sido muy comprensivo. Observé a Anderson tomar de nuevo su collar. —No importa, podré con ello, siempre lo hago —le miré sin entender, parecía como si se estuviera dando ánimos ella misma ¿Su guerrero no la estaba apoyando?

— ¿Qué hay de ese Smith? —Anderson soltó un corto suspiro.

—Él también está molesto, respeta mi decisión de querer ayudar al reino de los caballeros, pero tampoco lo acepta. Somos enemigos después de todo —la miré fijamente. Anderson estaba cargando con el peso de proteger a ambos reinos ¿Sin ayuda? Sergio estaba en contra de Anderson por proteger a Smith, y éste también porque Anderson protegía a Sergio, ella llevaba ese peso. Sergio y Smith la estaban obligando a elegir y ella no podía, prefería sacrificarse y protegerlos a los dos antes que elegir a solo uno de ellos. No pude evitar molestarme, ambos eran unos idiotas.

—Te estás pidiendo demasiado.

—Soy Imparable Anderson, no tienes de qué preocuparte. Todos estarán bien —era noble. Cada vez se me hacía imposible odiarla. Mary tenía razón, Anderson te daba la seguridad de confiar plenamente en ella. Pero… si volvía a caer, recordé sus ojos después de medio recuperarse de la herida del ogro. A Anderson le tomó tiempo levantarse después de esa derrota y ahora con este nuevo peso si ella volvía a caer dudaba que pudiera ponerse en pie. Era demasiado para ella.

—Anderson, estamos en una tregua así que, por los momentos, puedes contar conmigo para lo que sea —me miró con incredulidad.

— ¿Gra-cias? —me reí ante su confusión. Ahora debía ir a hablar con Sergio para que hicieran las paces. Anderson necesitaba de su apoyo, sólo Sergio podía dárselo.

Smith
Desperté en medio de la oscuridad. Miré lo que me rodeaba. Anderson debía de seguir pensando. El sangre pesada estaba sentado enfrente de su tienda, al parecer también acababa de despertar. Me levanté al no ver al otro caballero ¿Dónde estaba? Empecé a caminar, sólo necesitaba encontrar a Anderson. Me importaba poco donde estuviera el caballero mientras fuera lejos de ella. Noté unos pasos seguirme. En verdad que el destino ansiaba que terminara con su vida. Un susurro llamó mi atención, me dirigí rápido a donde él, pude escuchar unos gritos masculinos ¿Anderson se habrá llevado algún arma con ella? Otro susurro que me hizo correr, aún no podía visualizarla, pero pude escuchar con mucha claridad su significado. El sangre pesada también aceleró el paso. A lo lejos observé dos siluetas forcejeando. Anderson estaba temblando. Corrí con violencia, estaban muy juntos, no podía usar la espada. Dirigí mi puño a su rostro al ver las lágrimas de Anderson, ella nunca lloraba, nunca.

—Aléjate de ella —le grité amenazándole con la espada cuando se alejó por el impacto de mi puño. Iba a cortarle cuando se me abalanzara, pero su compañero lo sujetó antes de dejarme deleitarme con su sangre.

—Se puede saber qué está pasando.

—Le voy a partir la cara ahora.

—Atrévete si puedes —le reté. —Te aprovechas de Anderson porque está herida ¿Qué planeabas hacerle? No entiendo como Anderson puede confiar en ustedes, traidor es traidor.

—Cuidado con lo que dices — ¿Con cuál debería acabar primero? ¿Con el sangre pesada o la basura que quería abusar de Anderson? — ¿Anderson?, ¿Sergio qué hiciste? —enfundé la espada al ver que ese Luka estaba, por los momentos, de parte de Anderson, la miré. Entró en estado de shock, temblaba y se abrazaba a sí misma. Quería consolarla, hacerla sentir segura, que ya todo estaría bien, pero si la tocaba empeoraría todo y ella podía salir huyendo. Ahora mismo ella no iba a pensar en las consecuencias, sólo se refugiaría en sí misma. Apreté mis manos en puños. Nunca podía hacer nada por ella, no podía devolverle nunca el favor de salvar mi vida en más de una ocasión. Nada de lo que hiciera le ayudaría. Anderson se alejó de nosotros, aún temblaba. Miré a ese Sergio. Le odiaba, nadie nunca ponía a Anderson así. Si estaba vivo era por ella, porque me ordenó no atacarlos.

—No vuelvas a tocarla, a mí no me importa morir con tal de llevarte conmigo pedazo de basura —me obligué a darle la espalda, ahora era más importante estar con Anderson que matar a esa basura. La seguí de cerca, sus temblores habían disminuido y sus brazos ya no se abrazaban. Me puse a su lado. Tenía que intentarlo, aunque fuera sólo una vez. Alcé mi mano para poder rozarla siquiera. Anderson, instintivamente, se alejó. Bajé la mano con pesar ¡Cómo me dolía que la hubieran marcado de esa manera! Me miró con su natural frialdad, ya había recuperado el control sobre sí.

El sol salió. Anderson una vez más, no había descansado lo suficiente. El caballero ese encabezó la marcha, era lo mejor, no iba a contenerme si lo veía cerca de ella. Todo marchó sin ningún inconveniente, claro, no estaba incluyendo el infernal chillido que presentó esa extraña pulsera ni tampoco el hecho de que por poco moríamos a manos de los ogro ni mucho menos mi pequeña riña con el sangre pesada, tampoco incluía el hecho de que nos estuvieran siguiendo esas bestias descomunales. Mientras Anderson estuviera bien, me parecía que todo transcurría normal. El único momento en que me encolericé fue cuando lo vi a él agarrarla a ella.

— ¡Te dije que no la volvieras a tocar! —le grité dispuesto a despedazarle ahora. Sólo me detuve por Anderson ¿Por qué? ¿Por qué siempre tenía que sacrificarse con tal de proteger a otra persona? —Siempre esperas a lo peor para aceptar ayuda —miré con odio a ese caballero mientras se la llevaba. No los perdí de vista, al menos no mucho, tenía que estar pendiente del camino para no tropezar con el sangre pesada.

Nos detuvimos apenas notamos que el caballo donde iba Anderson se detuvo. El caballero la ayudó a bajar, de nuevo me sentí extraño. Anderson no se alejó de su tacto, pero su rostro se veía molesto. Ya no pensaba contenerme más. Lo tomé, fuertemente, del cuello de la camisa.

— ¡Smith!

— ¿Cuáles son tus intenciones con ella? —se deshizo de mi agarre. Con facilidad esquivé su golpe a mi quijada.

—Cuidarla y protegerla, algo que no hacen en su reino — ¿Quién era él para hablar? Hace unas horas la había hecho llorar.

—Mira quien habla, el traidor que le quitó todo —empezamos a luchar. En verdad que era bueno, si hasta logró hacerme sangrar. Disfrutaría de esta pelea. Nos detuvimos abruptamente en nuestra lucha cuando una flecha casi nos mata. Al buscar el origen nos sorprendimos de ver a Anderson con el arco en su mano y la posición del arquero. Me congelé al ver la intensa furia de su mirada.

—Escúchenme bien par de necios, ninguno de los conoce las razones del otro como para criticar, así que no les queda de otra que confiar en mí, si no están de acuerdo con mi decisión pues se me largan, no necesito estorbos en esta misión —miré al caballero, quien me correspondió. Ambos estábamos petrificados. Miré a Anderson, si me atrevía a desobedecer capaz y me clavaba una flecha en el brazo. Ambos nos resignamos a su decisión.

—No te perdonaré si llegas a hacerle daño, ningún caballero la lastimará —le solté antes de irme a mi caballo. Me quedé boquiabierto al ver a Anderson en su espalda. A ella le afectaba el viaje a caballo, su herida no soportaba el bamboleo del trote, pero que se dejara tocar por otra persona era algo imposible de ver. No se veía molesta ni incómoda, me atrevía a decir que se veía feliz. El caballero tenía la misma expresión en su rostro ¿Por qué? ¿Por qué un caballero? Si era posible, lo odiaba más que antes.

No me sorprendí al ver que nos dirigimos a una cascada, sabía que este sería nuestro destino desde que Anderson las mencionó, y también sospechaba que tarde o temprano, lo quisiéramos o no, dejaríamos ir a los caballos.

—Todos estamos cansados, sería bueno detenernos un rato, anoche nadie pudo conciliar el sueño —propuso el sangre pesada. Miré a Anderson, estaba… dormida. Me quedé impactado, ella nunca dormía y menos si alguien la tocaba, pero lo estaba, profundamente dormida. No se despertaba ni con el relinchar de los caballos. Se veía hermosa, como un ángel. Desde el primer momento que la vi me pareció un ángel, sólo que su actitud fría e inexpresiva anulaba toda la esencia de los ángeles, pero ahí estaba, dormida e inocente, se veía tan pura y angelical. Miré al caballero al sentirme observado. Me encogí de hombros como respuesta ante la propuesta de su compañero. Seguí observando a Anderson, en ningún momento despertó, ni cuando nos detuvimos, ni cuando el caballero la puso, delicadamente, en el suelo. Acarició su cabello. Una vez más mostró ese cariño de antes. Ese caballero la hizo dormirse, era cierto que la había alterado momentos antes, pero ahora estaba tan tranquila. Por primera vez la veía así.

—Nunca la vi tan relajada —pronuncié para mí. La dejaría estar con él por ahora, quería que Anderson se quedara así al menos en estos momentos. No pude evitar sonreírle a la vida. Me obsequió ver la paz de Anderson, recordaría ese rostro de ángel para siempre.

4 comentarios:

  1. Huy ando con poco tiempo, yo acá leyendo a las apuradas. Pero no podia irme hasta terminar, ahora si llego tarde a la Uni ya vas a saber la razón. Jaja. Ok me gusto mucho, yo sabia que Smith no era tan desalmado como se lo veia en la historia. Estuvo bueno ver las cosas a través de sus ojos. Y Luka...fiuuu!! Q bueno q este siendo mas abierto de mente con lo que respecta a Anderson. Te va a sonar raro, pero la chica tiene suerte.
    Tres lindos y hermosos hombres, se preocupan un monton por ella. Eso es lo que llamo ser afortunada jaja

    Ok Tey te dejo, nos estamos leyendo bye ^^

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  2. Para TammyTF: ¿Puedes creer que no lo había visto de esa forma? Tienes razón, Anderson tiene mucha suerte al tener a esos galanes a su lado XD
    Y Bueno, con llegar tarde una vez eso no afecta en nada a nadie (no me odies)jajajaja. Gracias por siempre comentarme en el blog, de verdad que lo aprecio

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  3. Esto me deja muchas cosas mas claras, perdón que no me pase antes pero es q estaba con poco tiempo. Pero me entretuve leyendo acá todos los añadidos de la historia. Bueno Tey me encanta como escribís, como dibujas, el blog esta genial ya no se que otra cosa decirte. Sos estupenda nena jeje.
    Ok ya me voy, espero con ansias ver como terminas esta historia. Un beso! Ciao!

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  4. Para Sebas: Tranquilo, lo importante es que te pasaste y te tomaste la molestia de comentar y hacerme feliz ^-^
    Que bueno que se te aclararon muchas cosas, te dije que Smith no es malo, sólo que... bueno Anderson lo obligó a ser cómo es n_nU
    n///n es un gran halago que te gusten mis escritos y mis dibujos. Nunca me canso de leer eso jeje como que me hago más adictiva a que me repitan esa frase *-*
    Espero poder terminar la historia antes de comenzar clase porque de lo contrario tendrán que tenerme mucha paciencia porque cuando empiece si se van a complicar las actualizaciones. Cuídate mucho!! Gracias por pasarte por aquí y comentar ^-^

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