miércoles, 22 de febrero de 2012

Mirada

Hola a todos!
Sé que me he desaparecido mucho, pero ahora intentaré actualizar tanto el blog como las historias. Me he decidido, terminaré de escribir “La mansión de los susurros” antes que “Corazones conectados”, por los momentos sólo tengo inspiración para la primera y hay que aprovecharla jaja.
Bien, en esta oportunidad déjenme decirles que no tengo ningún adelanto ni ningún dibujo hecho, sí, para mí tampoco es grato darles esta noticia, en cambio quiero traerles una parte de mí. No suelo hablar mucho de mi vida como tal, me gusta más hablar de las ideas que se me ocurren para las historias, pero es imposible no contarles este fragmento que ha sido muy especial para mí.
No estoy segura si alguno de ustedes habrá leído más de una historia mía, pero si por casualidad hay alguno por allí, creo que quizás habrán notado que en la mayoría, en un capítulo o en toda la historia, aparece siempre un perro. Tal vez les llame la atención, tal vez no, lo cierto es que cuando me di cuenta (lo noté hace poco XD) quedé un poco sorprendida y no pude evitar reírme.
Mi animal favorito siempre ha sido el perro, pero no por eso en mis historias aparecen, la culpable de este fenómeno es mi queridísima Mirada, una perrita mestiza que en los últimos meses me ha enseñado una lección que había dejado olvidada, y esto es lo que quiero contarles en esta entrada.
Para que puedan entender, intentaré ser lo más breve que pueda en el relato desde que conocí a Mirada hasta la actualidad.
Era un día normal en la escuela, estaba en 4to de secundaria. Todo marchaba con relativa tranquilidad, profesores impartiendo clase, estudiantes tomando notas, otros lanzando taquitos (bolas de papel). Nada que llamara la atención del salón, hasta que…
Tres compañeras, que llegaron tarde, se encerraron en el baño. Nadie sabía la razón y ellas no salían por nada del mundo. Estuvieron allí varias horas, inclusive las de receso, pero el alboroto ya era imposible de ser detenido. Se vieron obligadas a dejarnos entrar para descubrir cuál era el misterio en ese baño. En cuanto entramos, lo primero que noté fue una caja en medio de las tres chicas, dos sentadas y una parada. Mi curiosidad fue en aumento al ver que algo se movía, y cuál fue mi sorpresa al visualizar a tres cachorritas pequeñas. Una parecía un rotweiller, otra mestiza a leguas y se veía bastante esquelética, y la última era la más pequeña, también era mestiza y se veía bastante moribunda.
Se imaginaran el revuelo que causó que esas perritas estuvieran dentro de la escuela. Tantos cuchicheos terminaron parando a oídos de la directora y ésta no tardó en hacer acto de presencia. Una cosa llevó a la otra y nos dieron la tarde libre a todo el salón (no intenten hacer esto en sus escuelas ¬¬) extrañamente ninguna de las chicas del salón se separó cuando estuvimos fuera, todas estábamos unidas por el destino incierto de esas perras, que fueron encontradas en la calle, abandonadas en una fría y vieja caja de cartón. Nos pusimos a trabajar para darles hogar. La que parecía rotweiller encontró dueño con un vecino de una compañera. La esquelética agradó a una de las chicas que la encontró, pero la última, esa cachorra moribunda no encontraba dueño. Fue allí donde ocurrió. La cachorrita alzó su cabeza y me miró con sus ojitos de inocencia. Ella me miró. Yo la miré. Nos quedamos mirando (de ahí el nombre de Mirada XD)


Me decidí y les dije que yo me haría cargo de ella. Me saltaré la parte donde supliqué, rogué y me arrodillé para que me dejaran tenerla. En un apartamento no son muy bienvenidos los perros. Mis padres no tuvieron de otra que aceptarla, y yo salté de la alegría, pero me duró poco la dicha…

La pequeña Mirada, al estar en la calle, estaba llena de pulgas, pero no podía bañarse siendo tan pequeña. Para resumir, mi mamá me dejó dos opciones: o se baña o se va. Esta fue la primera prueba que tuvo que enfrentar Mirada. Se le dio el baño, cuando salió de él quedó más moribunda que antes. Mis padres ya estaban preparando su cajita fúnebre (no exagero) Al siguiente día la encontramos…

¿Cómo describirlo? La verdad no me importa mucho hacerlo porque estaba más que feliz. Mirada saltaba, ladraba y movía esa cola. Ahora sí se veía llena de vida. Era definitivo, habría un nuevo miembro en la familia ^o^



En los años que siguieron, tuvimos una relación normal entre un perro y una persona. Ella me saltaba encima, yo le halaba las orejas, me mordía y yo la bañaba (odia bañarse XD) pero estos momentos de felicidad no duraron…


 Al pasar cuatro años, Mirada tuvo que enfrentarse contra lo que todas las personas temen: un tumor.
Una enfermedad por transmisión sexual le creó a Mirada un tumor que creció de adentro hacia fuera al punto de ser completamente visible para todos. Ella sufría mucho, le dolía, le picaba y perdía sangre con ese tumor ¿y saben que era lo que ella hacía cada vez que me veía? Buscaba su juguete para que se lo lanzara y movía esa cola como si no tuviera nada. Nadie podía estar más sorprendida que yo con esa actitud tan valiente y noble de su parte.




Sometimos a Mirada a operación. No podíamos seguir viéndola así, haciéndose la fuerte. La operamos a pesar que no conseguimos un medicamento para que le aplicaran quimio, esperábamos que el tumor no se volviera a presentar. Mirada salió exitosa de su operación, lastimosamente se tuvo que extirpar tanto el tumor como sus órganos reproductivos, pero ella salió bien. Bastante decaída, estuvo semanas sin querer jugar, pero bien. Con el tiempo se fue animando hasta ser como antes, cosa que nos trajo mucho alivio. Pero después de tres meses… el tumor volvió. No me alargaré explicando lo traumático que fue tanto para ella como para mí, incluso para mis padres, a esta altura ya la querían tanto como yo. Diré lo más importante, Mirada tuvo que resistir tres meses más con ese tumor, era tal la angustia que mis padres pensaron lo impensable: “Sacrificio”, afortunadamente un ángel de una amiga de la doctora nos facilito la medicina. Apenas la tuvimos en nuestro poder, Mirada volvió a la sala de cirugía. Esta vez no salió tan bien como la anterior. Hubieron muchas complicaciones: cortes, hemorragias, el sedante dejó de hacer efecto antes de tiempo, etc.
No fue una buena operación. Nada buena. Ver la sala de cirugía era un horror. Sólo se me quitó el nudo en la garganta cuando me mostraron que Mirada aún respiraba.
El proceso de recuperación fue mucho más lento y de verdad temía que ella no fuera capaz de soportarlo. En una de nuestras miradas (a veces nos quedamos viendo sin razón aparente) ella movió la cola y con un gran esfuerzo fue por su juguete ¿pueden creerlo? Eso sólo me decía que ella saldría adelante.


He de admitir que lo último que sucedió fue mi culpa. No existen excusas que puedan justificarme. Aún no le compraba a Mirada un collar isabelino o collar campana, y en un descuido que tuve, Mirada se mordió los puntos. De nuevo a cirugía. De nuevo cortar, romper y cocer. Mirada temblaba con solo ver el consultorio.


Mes y medio transcurrió. Mes y medio donde Mirada me demostró su fuerza, su resistencia, su valor y su nobleza. No hay en el mundo un(a) perro(a) que me haya demostrado todas esas cualidades ante estos obstáculos continuos que han sucedido.
Mirada al enfrentarse ante tantas adversidades me ha recordado que nunca te debes dar por vencido, que por más mal que pinte tu contorno aún quedan razones para reír, que las cosas buenas y malas no son duraderas, y la más importante para mí: siempre hay que seguir adelante con todo tu esfuerzo. Estas son las lecciones que me recordó, y la última es la que más valoro.
Actualmente Mirada está conmigo, ya está en la última fase de su recuperación y sigue jugando, saltando y ladrando, pero ahora con la certeza que todo ha terminado.


PD. Las hermanas de Mirada viven felices. La rotweiller fue a vivir al llano, y la esquelética, que tiene el nombre de Lunita y se parece mucho a Mirada, sigue con mi compañera y se le ve que está satisfecha con su nuevo hogar.